sábado, 6 de septiembre de 2014

Horacio Naranjo Martínez



En él se realizaba a cabalidad el "vir bonus" que proponía Catón El Censor, no tanto por su acendrada bondad sino -de modo especial- por su talento y audacia y por su ánimo y entereza admirables para consolidar una formación intelectual y universitaria, ante las vicisitudes presentadas en su juventud, altamente superadas.
Nació en Filandia el lo. de junio de 1906 y murió en Calarcá el 3 de octubre de 1960. El 28 de abril de 1938 obtuvo de la Universidad del Cauca el título de doctor en Derecho y Ciencias Políticas con su monografía: "Las principales escuelas económicas" que, según el presidente de tesis, doctor Alfredo Constaín, reveló en su autor un penetrante espíritu de investigación y un dominio completo en tales materias. En la página de gratitud de su tesis de grado mencionó al médico y escritor Carlos Uribe Piedrahíta (1897-1951), rector de la Universidad del Cauca y autor de "Toá" y "Mancha de aceite", "quien me ennortó en hora incierta", escribe el nuevo abogado.
El doctor Naranjo fue profesor de castellano en la citada universidad, miembro del Consejo Directivo y jefe de Redacción y colaborador de la “Revista Jurídica de la Universidad del Cauca”. En el Gran Caldas fue diputado a la Asamblea y secretario de Educación; magistrado del Honorable Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pereira (1943-1947), que comprendía los circuitos judiciales de Apía, Armenia, Belén de Umbría, Calarcá, Filandia, Pereira y Santuario, con jurisdicción en diez y ocho municipios y ocho corregimientos; concejal de Pereira, notario lo. de Calarcá y otros cargos en la rama jurisdiccional.
Aspecto central de su temperamento fue su apasionado amor por la gramática y su vocación de filólogo. Causaba placer su conversación de afilada hipérbole, amena, inteligente, en punzantes actitudes de dramático humor, como eran una fiesta intelectual -al calor de unas copas- sus charlas sobre literatura, historia, filología, derecho, que configuraban un ingenio descollante y entusiasta.
Fue un magistrado de singular brillantez, ecuánime en sus determinaciones, atinado en sus providencias, juicioso en sus conceptos, con términos muy ajustados y selectos como fueron sus escritos literarios, siempre fiel a la sublime disciplina que, como enseñaba Ulpiano, consiste en la constante y .perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le pertenece como suyo. Horacio Naranjo Martínez tuvo muy presentes la esperanza, la fe y la fortaleza en la estructura de su vida, como lo instituye Erich Fromm en "La revolución de la esperanza".
Es uno de los grandes hijos de Filandia y valiosa personalidad de la comunidad grancaldense.


Jaime Naranjo Orrego
Filandia, Quindío

Publicado en el diario La Crónica del Quindío
Armenia – 8/Nov/96

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