sábado, 6 de septiembre de 2014

Esther López Martínez



Su poesía es la línea sutil de la ternura y su retórica la que impone el corazón. Nació en Filandia el 17 de agosto de 1922 y murió en Medellín el 9 de octubre de 1992, donde se había radicado desde 1949.
En 1966 publicó su libro "Palabras heridas", que mereció elogiosos comentarios de la crítica nacional, y en 1978 divulgó su "Isla de paz'', canto a Filandia. En 1995 fue editada su obra póstuma "Girasoles poéticos". Sus poemas han sido publicados en suplementos literarios de periódicos y revistas de Colombia, Costa Rica y Nicaragua. Su nombre figura en el "Diccionario de Escritores Colombianos" editado en Barcelona por Plaza-Janés.
Fue socia de número del centro Poético Colombiano y El Pequeño Parnaso de Bogotá; y en Medellín integrante de las tertulias Fernando González, de La Amistad de Antioquia y del Centro Literario Antioquia. Con la intervención de los poetas Jorge Robledo Ortiz y Jorge Montoya Toro fue seleccionado el material lírico para la obra "Poetisas de Antioquia" (1981), con la ilustración del maestro Pedro Nel Gómez y el prólogo de Juan Roca Lemus (Rubayata), donde figura con honor nuestra Esthercita. Fue incluida en Poemas I y II (1986) del Centro Poético de Bogotá. Ofreció recitales en Medellín, Bogotá, Filandia y fue jurado en importantes concursos de declamación. Actuó en temporadas teatrales y perteneció al grupo cultural "Los 18" de Medellín.
La diafanidad de la poesía de nuestra coterránea -de fuerte y auténtica vocación- es un hechizo que nos cautiva por su concepción y expresión profundamente sentidas. El terruño, el amor, el rechazo de las injusticias sociales, el dolor, los recuerdos y las evocaciones, la belleza y la ternura, son constantes rigurosas de nuestra poeta de honda emoción, ardiente y original, que ha expresado en dulcísimos versos, llenos de entusiasmo, los sencillos y sinceros sentimientos de su corazón y de su sensible espíritu. Versos de claridad cristalina y vigor de forma, nacidos en las profundidades del alma, que nos sumerge en la finura y belleza de su dilatada creación poética.
Nuestra querida poeta está inscrita entre los grandes de la verdadera poesía, aquella que posee la imagen y la fuerza de lo genuino, de lo fecundo y de lo deslumbrante. Esta sensibilidad de alma por su autenticidad y lucidez, por su obsesión en la fuerza superior del amor, bien puede proclamar como el gran Macedonio Fernández: "No creo en la muerte de los que aman, ni en la vida de los que no aman".
Por petición de la biblioteca Jesús Rincón y Serna del Liceo Andino, la Casa de Poesía Silva de Bogotá, cuya directora es la poeta María Mercedes Carranza, donó una placa en recuerdo de Esthercita, la cual fue colocada en el exterior de la casa No. 5-14 de la carrera 5a. de Filandia.


Jaime Naranjo Orrego
Filandia, Quindío

Publicado en el diario La Crónica del Quindío
Armenia – 28/sept/96

"Hacer de la piel geografía y mostrar un erotismo pasivo, de autocontemplación y entrega, es el camino que se elige para romper las ataduras.  En este sentido, hay que tener en cuenta a poetas como Nelly Upegui (1923-1975) y Esther López Martínez, que asumen tópicos y formas que muestran una gran capacidad para hacerle trampa a la convención social con el fin de expresar sus más íntimos anhelos".
Quindío vive en su poesía- Antología poética del siglo- Prólogo, selección y notas de Carlos Alberto Castrillón  (474 páginas, 94 poetas).  Tercer Mundo Editores, Bogotá, primera edición enero del 2000.









NOVIEMBRE 22 DE 2020

Me encontré en la vida con… Esther López Martínez


Autor : Gabriel Echeverri González

Esther López Martínez.


Palabras heridas, Isla de paz y Girasoles poéticos, los 3 libros de la poeta quindiana Esther López Martínez, los cuales merecieron elogios del mundo cultural.

Distinguida dama, poeta valiosa nacida en Filandia, Quindío, el 17 de agosto de 1922 y fallecida el 9 de octubre de 1992 en la ciudad de Medellín, sus padres Juan López y María Martínez. Abuelos paternos Vicente López y Dolores Castaño y abuelos maternos Jesús Martínez y Dionisia Martínez.

Cursó sus estudios hasta culminar su bachillerato en el colegio Sagrado Corazón de Jesús de las Hermanas Bethlemitas de su ciudad natal y en Medellín en el Instituto Cultural Colombo Británico, periodismo en el Sena y en el Círculo de Periodistas de Antioquia. En la ‘Colina Iluminada’ ocupó su primer cargo como directora municipal de estadística.

En 1949 fijó su residencia en la capital de la montaña, trabajó en el Juzgado Cuarto del Trabajo, el Banco de Colombia durante 20 años, en esta institución mostró sus dotes culturales como corresponsal de la revista del banco.

Desde muy joven se destacó por sus dotes literarios que desarrolló con mayor énfasis en los círculos culturales de Antioquia, hizo parte de grupos de teatro, miembro del grupo cultural Los 18, del Centro Literario de Medellín, del Centro Poético Colombiano, de El Pequeño Parnaso de Bogotá, del grupo Maestro Fernando González y de otras organizaciones donde florecieron sus excepcionales condiciones de poeta.

De alto vuelo

El escritor y crítico Carlos Alberto Castrillón —amplio conocedor de la poesía colombiana y regional— señaló sobre la luminosa cantora quindiana (1): “(…) Hacer de la piel geografía y mostrar un erotismo pasivo, de autocontemplación y entrega, es el camino que se elige para romper las ataduras. En este sentido, hay que tener en cuenta a poetas como Nelly Upegui y Esther López Martínez, que asumen tópicos que muestran una gran capacidad para hacerle trampa a la convención social con el fin de expresar sus más íntimos anhelos (…)”. En su antología, Castrillón inserta un bello poema de Esther, un canto elegante y armonioso: 

Tal vez otro domingo…

Día:/Domingo./Abro la puerta / y el sol juega / unos instantes/ con mi rostro. /Recibo / los periódicos / y empiezo a contabilizar / letras y frases. / Vuelvo / a pesarlas / y sin afanes / me detengo / a estudiarlas. / Otro día / quise / contabilizar / piedras, / árboles / y peces. / Y dejé /que mi cuerpo/   jugara con el agua. /Tal vez otro domingo / llegue alguien / a contabilizarme /también / en su memoria/.

Su vida y su obra es analizada por Angie Vanessa Ramírez  Castillo en un trabajo universitario del programa de español y literatura de la Universidad del Quindío, con un valioso interés teórico y un análisis a fondo de su hondo mensaje femenino: “El propósito de esta investigación  es la recuperación de la voz poética de Esther López Martínez  por medio de una monografía crítica, la cual consiste en la construcción de la bibliografía, la elaboración del perfil de la poeta, el panorama crítico de sus obras literarias, la identificación de la tendencia poética y los simbolismos que predominan en su poesía(…)” (2). 

Ramírez Castillo abunda en datos preciosos sobre la voz femenina en la poesía colombiana, incluida en antologías como Poesía colombiana del siglo XX escrita por mujeres, Tomo I, realizada por Cuesta y Ocampo; Poetas de Antioquia con Jorge Robledo Ortiz y Jorge Montoya Toro; Diccionario de Escritores Colombianos, publicado en Barcelona, España, por la reputada editorial Plaza y Janés; poemas I y II del Centro Poético Colombiano de Santafé de Bogotá  y, desde luego, en la antología de Carlos Alberto Castrillón, ya mencionada.

La mirada de sus paisanos

El ilustre escritor y académico Álvaro Camargo Bonilla (3) destacó su biografía de mujer meritoria y culta, con la inclusión de varios poemas, uno de ellos, Pétalos muertos: “Siembra un poco/ de tu cosecha /en mis manos, /deja caer tus sueños/ uno a uno, / deja que me pierda  / en tu divagaciones, / hoy que estoy / sedienta de palabras, / hoy que transito / por un horario lento, / hoy que veo la niebla / —acariciar la tierra– / hoy que pongo, / siete pétalos muertos / sobre mi piel / de ausencia/”.

En el mismo sentido, el intelectual Jaime Naranjo Orrego (4), en una bella página sobre su ilustre coterránea, expresó, entre otras cosas: “(…) Nuestra querida poeta está inscrita entre los grandes de la verdadera poesía, aquella que posee la imagen y la fuerza de lo genuino, de lo fecundo y de lo deslumbrante. Esta sensibilidad de alma por su autenticidad y lucidez, por su obsesión en la fuerza superior del amor, bien puede proclamar como el gran Macedonio Fernández: ‘No creo en la muerte de los que aman ni en la vida de los que no aman’”.

Su obra

Escribió 3 libros que merecieron el elogio de la crítica y del mundo cultural del país: en 1966 Palabras heridas; en 1978 Isla de paz, dedicado principalmente a su bella ciudad natal y dejó un libro inédito, Girasoles poéticos, publicado como obra póstuma por su sobrino Jaime Alberto López Ramos. En el prólogo de este libro, su autor Miguel Peláez Posada, dice con emoción: “Ella ama al hombre y lo considera un peregrino en su itinerario poético. En su presencia se siente como una niña asustada y se refleja en sus pupilas. Cuando el hombre se desvanece físicamente es entonces cuando mueren sus palabras y esculpe en el pensamiento la imagen metafísica de quién penetró en su espíritu y su carne y dejó ideas que reclaman la reflexión (…)”.

Condecoraciones

Recibió múltiples reconocimientos y condecoraciones del concejo, la alcaldía y la oficina de cultura de Filandia; de autoridades culturales de la ciudad de Medellín y de Bogotá. La Casa de Poesía Silva de Bogotá le rindió un bello homenaje en enero de 1993, con una significativa placa, instalada en la puerta de la casa donde nació, allí permanece como el recuerdo imperecedero de una de las hijas ilustres de la bella ciudad quien con su palabra y su ejercicio cultural, la puso en un alto sitial.

Fue en su prolífica existencia jurado de concursos de declamación y dio recitales en varias ciudades del país, en Bogotá, en Medellín y en su propia tierra.

Con la ayuda de los escritores que han observado a la gran poeta, y el aporte valioso del ilustre escritor, antropólogo y amigo Roberto Restrepo Ramírez, uno de los más fervientes apóstoles de la ‘Colina Iluminada’, entrego esta semblanza a los apreciados lectores, sobre una mujer que con mucho tesón y fortalecida por su llama interior, forjó una existencia en los cánones más exigentes de la poesía y la cultura, brillando con luz propia en los escenarios exigentes de la literatura. Poco conocida entre nosotros, sus largos años en Medellín la conectaron con el rico trabajo lírico antioqueño y colombiano, donde brilló con su excelente obra, con poemas que hacen parte de las antologías.

Esther López Martínez dejó un legado con su palabra bien escrita para que las nuevas generaciones se acerquen a sus libros con aprecio y agradecimiento, una mujer que elevó su trabajo literario, un recuerdo que permanece en su poesía.

1) Castrillón, Carlos Alberto. Antología de la poesía en el Quindío. Gobernación del Quindío. Oficina de Cultura.

2) Ramírez Castillo, Angie Vanessa. 2017. La voz poética de Esther López Martínez. Programa de español y literatura. Universidad del Quindío.

3) Camargo Bonilla, Álvaro Hernando. 26-10-12. Biografía de Esther López Martínez. Blogspot Camino del Quindío.

4) Naranjo Orrego, Jaime. 28-09-96. Personajes del municipio de Filandia.  LA CRÓNICA DEL QUINDÍO.





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